martes, 12 de febrero de 2013

Balance bibliográfico del centenario de la Residencia de Estudiantes


 

BALANCE BIBLIOGRÁFICO DEL CENTENARIO DE LA
RESIDENCIA DE ESTUDIANTES: 2009-2011.

 
 
Cien años después de iniciarse su actividad, lo que se ha escrito sobre la Residencia de Estudiantes es ya tan voluminoso como, en general, sobresaliente. La conmemoración en octubre de 2010 del centenario de su fundación ha ido trayendo una buena cantidad de nuevas publicaciones, y la bibliografía sobre su historia se ha visto así incrementada con aportaciones notables y reveladoras.
            La propia Residencia, comprometida con su tradición y su pasado, ha ofrecido reediciones revisadas y ampliadas de las dos principales monografías que existían: La Residencia de Estudiantes. Los residentes, de Margarita Sáenz de la Calzada, y La Residencia de Estudiantes. 1910-1936. Grupo Universitario y Residencia de Señoritas, de Isabel Pérez-Villanueva Tovar, a las que se ha incorporado después El coro de Babel. Las actividades culturales de la Residencia de Estudiantes, de Álvaro Ribagorda, quien ya había dedicado a la Residencia los capítulos 5 y 6 de su libro Caminos de la modernidad. Espacios e instituciones culturales de la Edad de Plata (1898-1936) (Madrid, Biblioteca Nueva / Fundación José Ortega y Gasset, 2009) y varios artículos importantes, entre los que, por reciente, cabe citar “Los frutos perdidos: Los intelectuales de la Residencia de Estudiantes en el exilio” (Arbor. Ciencia, Pensamiento y Cultura, nº 735 (enero-febrero 2009), pp. 13-28). El libro de Sáenz de la Calzada (que amplía su anterior La Residencia de Estudiantes. 1910-1936, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1986) suponía un primer acercamiento, familiar y panorámico, a la historia de la institución, centrándose muy deliberadamente en las personas que la impulsaron, habitaron y encarnaron, buscando sus orígenes antes de 1910 y siguiéndoles los pasos tras 1936 (y de hecho aporta en apéndices la “Relación de residentes” más completa hasta la fecha, aunque por desgracia todavía faltan datos en ese apasionante work in progress que es la reconstrucción de aquellos años de actividad). En cuanto al de Pérez-Villanueva Tovar (procedente de su premiada tesis doctoral y publicado por primera vez como La Residencia de Estudiantes. Grupos universitario y de señoritas. Madrid, 1910-1936, Madrid, Ministerio de Educación y Ciencia, 1990) es, simplemente, el análisis más exhaustivo, tanto en amplitud como en profundidad, que se ha hecho hasta hoy sobre la época histórica de la Residencia de Estudiantes y la Residencia de Señoritas. Basta comprobar el índice y, después, los títulos de los subapartados, para comprobar la intención de la autora de no descuidar ningún detalle. Se ofrece además, en apéndices, una lista cronológica de las actividades culturales que se celebraron en ambos centros, lo cual ha sido objeto de estudio específico de la informativa monografía de Ribagorda, quien saca sus propias conclusiones a través de estadísticas generales y parciales (aunque no las compara con las agendas de otras instituciones españolas de la época, algo que habría sido necesario para medir la singularidad de la Residencia).

            Además de la aparición de una tercera edición facsímil de los veinte números de la revista Residencia, que ha venido enriquecida con nuevos y más completos índices (aunque desde 2008, en el portal Edad de Plata, se puede consultar la edición digital de la revista, con la transcripción de los textos y herramientas de búsqueda avanzada), el sello editorial de la Residencia de Estudiantes también ha dado a luz las actas del congreso 1907-2007. La Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas un siglo después, editadas por José Manuel Sánchez Ron y José García-Velasco. Esta obra supone, sin ninguna exageración, un verdadero hito en la bibliografía sobre la modernización de España a comienzos del siglo XX y, aparte de lo que sobre la Residencia se dice en la mayoría de artículos, en el segundo de los dos volúmenes hay un apartado titulado “Residencias de Estudiantes en la JAE”, que comprende los siguientes artículos: “La proyección de la Residencia de Estudiantes: el poder político, la opinión pública y la universidad”, de Isabel Pérez-Villanueva Tovar; “Contra viento y marea: la Residencia de Estudiantes y la JAE durante la dictadura de Primo de Rivera (1923-1930)”, de Álvaro Ribagorda; “La Residencia de Estudiantes como plataforma de renovación de las artes escénicas y su evolución de la mano de las artes plásticas”, de Idoia Murga Castro; “El doctor Francisco Pérez-Dueño, la JAE y la Residencia de Estudiantes”, de Juan Manuel Riesgo Pérez-Dueño; “La Residencia de Señoritas dentro del esquema de la JAE”, de Raquel Vázquez Ramil; “El ‘espíritu de la casa’ en la Residencia de Estudiantes. Características específicas del grupo de señoritas”, de Azucena López Cobo; “La vida en la Residencia de Señoritas a través de los expedientes de sus alumnas", de Nere Basabe; y “Cartas de Zenobia Camprubí y María de Maeztu. Inicios del comité para la concesión de becas”, de Emilia Cortés Ibáñez. Pero en varios otros lugares de esa obra hay nuevas noticias o actualizaciones sobre la Residencia, como en el artículo de Salvador Guerrero (sobre las instalaciones de la Residencia tras 1939), Carmen Magallón Portolés (sobre la residente Felisa Martín Bravo, primera española doctora en Física) o las distintas “visitas” a los laboratorios de la JAE cuyas instalaciones estaban en la Residencia (asunto sobre el que todavía hay que consultar el sintético texto de Josep L. Barona “Los laboratorios de la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas (J.A.E.) y la Residencia de Estudiantes (1912-1939)”, Asclepio. Revista de Historia de la Medicina y de la Ciencia, vol. 59, nº 2 (2007), pp. 87-114).

            Estas nuevas meditaciones en torno a la Residencia de Estudiantes y la Residencia de Señoritas se unen a las que aparecieron en el número 78-80 del Boletín de la Institución Libre de Enseñanza, que procedían principalmente del seminario La Residencia de Estudiantes en su centenario. Nueva mirada sobre Alberto Jiménez Fraud y la Residencia, dirigido por José-Carlos Mainer y José García-Velasco, y celebrado entre el 14 y el 18 de junio de 2010. Los colaboradores eran Salvador Ordóñez, Margarita Jiménez, Marietta Vázquez de Parga, Rafael Benjumea, Juan Carlos Ara Torralba, Francisco Chica, Javier Moreno Luzón, Manuel Suárez Cortina, Carmen Sánchez, Juan Pérez de Ayala, Eugenio Otero Urtaza, Isabel Pérez-Villanueva Tovar, Josefina Gómez Mendoza, Almudena de la Cueva, Carmen Magallón Portolés, Román Gubern, Andrés Soria Olmedo, María Dolores Albiac Blanco, Julio Neira, James Valender, Javier Garciadiego, Nigel Dennis, Consuelo Naranjo Orovio, Álvaro Ribagorda, Margarita Sáenz de la Calzada y José Álvarez Junco, al tiempo que se recuperaban los testimonios de época de John Brande Trend y Alexis Sluys. Unas y otras constituyen las últimas reflexiones sobre la Residencia y sus protagonistas, sus instalaciones, su ideario pedagógico, su organización interna, su vida cotidiana, sus actividades culturales, sus publicaciones, sus laboratorios, su apuesta por el excursionismo y los deportes, su contribución a la plena incorporación de las mujeres a la vida pública y a la investigación científica, y las circunstancias que condicionaron sus veintiséis años de trabajo entre 1910 y 1936, así como el brusco final producido por la guerra, las vicisitudes vividas por los residentes durante el periodo bélico, los proyectos de los residentes exiliados por mantener vivo o recuperar de algún modo “el espíritu de la casa” y, finalmente, la recuperación de la Residencia de Estudiantes en 1986 y todo lo que se ha conseguido durante los veinticinco años de esta segunda etapa.

            Pero también la Revista de Occidente dedicó uno de sus monográficos a “Ortega en el centenario de la Residencia de Estudiantes”. Fue en el número 355, de diciembre de 2010, y allí se podían leer los artículos de José García-Velasco (“Afinidades electivas”), Javier Zamora Bonilla (“La presencia de Ortega en la Residencia de Estudiantes”), José Lasaga Medina (“La paideia del Arquero: el vital esfuerzo”), Azucena López Cobo (“Los poetas de la Residencia en la Revista de Occidente”) y Juan Pérez de Ayala (“Ortega, la Residencia y la Sociedad de Cursos y Conferencias”). Ya en 2012 ha llegado, por parte del joven investigador Luis G. Martínez del Campo, un nuevo acercamiento en uno de los principales capítulos de La formación del gentleman español. Las residencias de estudiantes en España (1910-1936) (Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 2012), y gracias a Maria Dolors Fulcarà, contamos con una nueva explicación de la historia de una institución hermana bastante desconocida: La Residencia d’Estudiants de Catalunya (1921-1939) (Publicacions de la Universitat de Barcelona, 2012: ver también la reseña de Jordi Amat en el suplemento Cultura/s de La Vanguardia, nº 544 (21 de noviembre de 2012), pp. 10-11).

            Además, y aparte de la copiosa bibliografía que, en decenas de idiomas y siempre creciente, implica a residentes como Juan Ramón Jiménez, José Moreno Villa, Federico García Lorca, Salvador Dalí, Luis Buñuel y Severo Ochoa, o a los habituales visitantes Miguel de Unamuno, José Ortega y Gasset, Eugeni d’Ors o Juan Negrín, en 2010 se publicó una edición crítica del clásico de Vicente Cacho Viu sobre La Institución Libre de Enseñanza (ed. de Octavio Ruiz Manjón, Madrid, Fundación Albéniz / Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales), Ernesto Caballero Garrido y María Azcuénaga Cavia ampliaron las reflexiones sobre La Junta para Ampliación de Estudiantes e Investigaciones Científicas. Historia de sus centros y protagonistas (1907-1939) (Gijón, Trea), algo antes había llegado el testimonio de Francisco Esteve Gálvez sobre el Crucero Universitario de 1933 (En el entorno de las aguas luminosas. El crucero universitario, 1933, Zaragoza, Institución Fernando el Católico / Diputación Provincial de Castellón, 2009) y después llegó el de Julián Marías (Notas de un viaje a Oriente, ed. de Daniel Marías y Francisco Javier Jiménez, Madrid, Páginas de Espuma, 2011), al tiempo que conocíamos el Diario de la revolución y de la guerra (1936-1939) del institucionista Carlos González Posada (ed. de Miguel Ángel del Arco Blanco, Granada, Comares, 2011) y las esperadas memorias de Julián de Zulueta, con nuevos retratos de la vida en el Instituto-Escuela (Tuan Nyamok (El señor de los mosquitos). Relatos de la vida de Julián de Zulueta contados a María García Alonso, Madrid, Publicaciones de la Residencia de Estudiantes, 2011). En cuanto a Carmen de Zulueta, José Muñoz Millanes escribió un extenso artículo que, más que una nota necrológica, constituye un completo repaso de su trayectoria personal e intelectual (“Carmen de Zulueta, el arte de interpretar la historia”, Turia, nº 97-98 (marzo-mayo de 2011), pp. 24-32), y también puede leerse la semblanza de Inmaculada de la Fuente (en Clarín. Revista de Nueva Literatura, nº 92 (marzo-abril 2011), pp. 33-35). En su biografía de Pío Baroja, José-Carlos Mainer ha hablado de la Institución Libre de Enseñanza como “referente esencial de un patriotismo laico y progresista y formadora de un nutrido vivero de disidencia intelectual” (Madrid, Taurus / Fundación Juan March, 2012, p. 69). Además, no pasó desapercibido que en 2011 se conmemoraba el centenario de la muerte de Joaquín Costa, lo cual dio lugar a muchas publicaciones (entre las que no se puede dejar de mencionar la aparición de las Memorias de Joaquín Costa, en edición de Juan Carlos Ara Torralba, Prensas Universitarias de Zaragoza, 2011) y a alguna exposición importante, como Joaquín Costa. El fabricante de ideas, que pudo visitarse en el Paraninfo de la Universidad de Zaragoza y en la Biblioteca Nacional de España. Aunque, como hito en lo que a muestras (y catálogos) se refiere, hay que recordar la titulada Francisco Giner de los Ríos. Un andaluz de fuego, que se inauguró en Ronda en abril y desde entonces ha podido visitarse en otras ciudades andaluzas, dado que la Junta de Andalucía tuvo el acierto de nombrar a Giner “Autor del año 2011”.

Pero, volviendo a lo que se refiere específicamente a la Residencia de Estudiantes, han llegado reflexiones importantes o nuevas noticias en la Historia de la literatura española. 6. Modernidad y nacionalismo. 1900-1939 de José-Carlos Mainer (Barcelona, Crítica, 2010) y en Historia de la literatura española. 7. Derrota y restitución de la modernidad (1939-2010) de Jordi Gracia y Domingo Ródenas (Barcelona, Crítica, 2011), en la reedición corregida de Las armas y las letras. Literatura y guerra civil, 1936-1939 de Andrés Trapiello (Barcelona, Destino, 2009) y también en varios de los artículos y prólogos que el escritor leonés ha recogido en Los vagamundos (Barcelona, Barril & Barral, 2011: ver especialmente el dedicado íntegramente a la Residencia, titulado “El falansterio de la vanguardia”, pp. 197-199), en Medio mundo y otro medio. Memorias escogidas de José Moreno Villa (ed. de Humberto Huergo Cardoso, Valencia, Pre-Textos, 2010) y en la selección de sus poemas que Juan Cano Ballesta preparó para la canónica colección ‘Letras Hispánicas’ (La música que llevaba. Antología poética, Madrid, Cátedra, 2010), en La experiencia literaria y otros ensayos de Alfonso Reyes (ed. de Jordi Gracia, Madrid, Fundación Banco Santander, 2009), en la biografía que Javier Juárez dedicó a Gustavo Durán (Comandante Durán. Leyenda y tragedia de un intelectual en armas, Barcelona, Debate, 2009), en los textos de Juan Manuel Bonet y Antón Castro recogidos en el volumen colectivo Pilar Bayona. 30 miradas (Zaragoza, Libros del Innombrable, 2009 –y Castro, de nuevo al hilo de Bayona, ha vuelto a referirse a la Residencia en el final de esa pequeña y hermosa bildungsroman titulada Cariñena, Consejo Regulador de la Denominación de Origen de Cariñena, 2012, p. 111–) o en varias de las Cartas a Germaine (1919-1935) de Jorge Guillén (ed. de Margarita Ramírez, Barcelona, Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores, 2010), las cuales dieron lugar a su vez a una hermosa página de Antonio Muñoz Molina (“Revelaciones azules”, Babelia [El País], 23 de octubre de 2010, p. 7). Y se ha reeditado la canónica y exhaustiva biografía de Federico García Lorca, de Ian Gibson (ahora en Barcelona, Crítica, 2011), quien próximamente culminará otra sobre Luis Buñuel, completando así una trilogía de amigos que también incluye La vida desaforada de Salvador Dalí (Barcelona, Anagrama, 1998). Sobre temas musicales, desde ahora se hace necesaria la consulta de la monografía de Leticia Sánchez de Andrés Música para un ideal. Pensamiento y actividad musical del krausismo e institucionismo españoles (1854-1936) (Madrid, Sociedad Española de Musicología, 2009). Y en cuanto a la danza, es muy reciente el minucioso estudio de Idoia Murga Castro Pintura en danza. Los artistas españoles y el ballet (1916-1962) (Madrid, CSIC, 2012), cuyos primeros capítulos abordan los “Escenarios de la Edad de Plata”.

Otro de los principales acontecimientos bibliográficos de 2010 fue la publicación, por parte de El Colegio de México, de una edición facsímil que recoge en un solo volumen los Estudios sobre la universidad española de Alberto Jiménez Fraud, con presentación de Javier Garciadiego. Y El Colegio de México acometió también la edición del facsímil de aquel número extraordinario de la revista Residencia que se publicó en México en 1963 y en el que, aparte del póstumo de Jiménez Fraud, se incluían textos de los residentes Juan Ramón Jiménez, Jesús Bal y Gay, Emilio Prados, Francisco Grande Covián, Severo Ochoa o Gabriel Celaya junto a colaboraciones de Ramón Menéndez Pidal, Gregorio Marañón, Ignacio Chávez, Ignacio González Guzmán, Homero Serís, Américo Castro, Ramón Carande, Julio Caro Baroja, Luis García de Valdeavellano, Faustino Cordón, Miguel Prados y Such, Martín Domínguez, José García Lora, José Puche, Rafael Martínez Nadal, Isaac Costero y José Ángel Valente, cuyo artículo, “Don Antonio Machado, la Residencia y los Quinientos”, fue refundido ocho años después en Las palabras de la tribu (Madrid, Siglo XXI, 1971). Pero la principal noticia sobre Valente es ese Diario anónimo (1959-2000) que se acaba de dar a conocer (ed. de Andrés Sánchez Robayna, Barcelona, Galaxia Gutenberg, 2011), en el que queda claro que en aquel 1963 el poeta gallego leía y citaba mucho a Giner (ver pp. 75-76), y donde hay también algunas referencias a Jiménez Fraud, al hilo de la estancia de Max Jacob en la Residencia (p. 40), de una conferencia que está preparando sobre el malagueño en 1981 (p. 211) o de García Lorca (p. 231), mientras que el 12 de noviembre de 1969 ha anotado que “Este verano, creo que en agosto, quizá a comienzos de septiembre, Manolo Jiménez trasladó las cenizas de don Alberto a Madrid, donde reposan junto con las de don Francisco Giner. Nada comunicó de esto Manolo Jiménez. Me entero hoy, de modo casi incidental, por carta de doña Natalia [Cossío]” (p. 139), y el 25 de marzo de 1992 apunta con serena satisfacción su conferencia sobre san Juan de la Cruz en la Residencia (p. 302), así como en octubre se muestra orgulloso de la presentación allí de su libro Material memoria (p. 311).

Además, hay que citar algunos volúmenes colectivos, como Antonio Jiménez Millán y Andrés Soria Olmedo (eds.), Rumor renacentista. El Veintisiete (Málaga, Centro Cultural Generación del 27, 2010), o María Nagore, Leticia Sánchez de Andrés y Elena Torres (eds.), Música y cultura en la Edad de Plata, 1915-1939 (Madrid, ICCMU, 2009), y hay que recordar que se han publicado las voluminosas actas de Los Refugiados españoles y la cultura mexicana. Actas de las jornadas celebradas en España y México para conmemorar el septuagésimo aniversario de La Casa de España en México (1938-2008), editadas por James Valender y Gabriel Rojo (México D.F., El Colegio de México / Residencia de Estudiantes, 2010).

            Entre los muchos ecos que ha recogido la prensa cabe destacar el reportaje de Javier Rodríguez Marcos (“Residencia de talento”, El País Semanal, nº 1.760 –20 de junio de 2010–, pp. 58-65) y las páginas de Luis María Anson (“Centenaria Residencia de Estudiantes”, El Cultural [El Mundo], 1 de octubre de 2010, p. 3), Antonio Lucas (“La ‘Resi’, un siglo de memoria y vanguardia”, El Mundo, 14 de mayo de 2010, p. 54) y Elsa Fernández-Santos (“Cien años en la colina de los chopos”, El País, 3 de octubre de 2010, p. 37). A éstos hay que añadir los comentarios aparecidos al hilo de las exposiciones sobre Le Corbusier. Madrid, 1928. Una casa –un palacio (comisariada por Salvador Guerrero) y Viajeros por el conocimiento (comisariada por Estrella de Diego), así como las reseñas que merecieron sus correspondientes catálogos, a las que se unen, en el caso de Le Corbusier, las recensiones de las actas del ciclo Maestros de la arquitectura moderna en la Residencia de Estudiantes, editadas por Salvador Guerrero, quien escribió además el artículo “Clases magistrales. Le Corbusier en la Residencia de Estudiantes” (Arquitectura Viva, nº 131 (marzo-abril de 2010), pp. 76-78).

            También hay que mencionar el folleto publicado en colaboración con la Generalitat de Catalunya para la exposición 100% Residencia. La Residencia de Estudiantes compleix 100 anys. 1910-2010 (comisariada por José García-Velasco en el Palau Robert de Barcelona), o el titulado Una habitación histórica de la Residencia de Estudiantes, que acompaña a la recreación de un cuarto de época que durante estos años puede visitarse en el pabellón gemelo I. Y merece una mención especial el texto que Juan José Lahuerta escribió para el extraordinario catálogo de la exposición Dalí, Lorca y la Residencia de Estudiantes, organizada por la Fundaciónla Caixa y el Ministerio de Cultura en la sede madrileña de CaixaForum, y que a su vez ha dado lugar a artículos como los de Borja Martínez (“Lorca, Dalí y la Residencia”, en el número 217 –noviembre de 2010– de la revista Leer, pp. 30-33) o el mío (“Dalí i Lorca: nova trobada a Madrid”, en el número 270 –marzo de 2011– de la Revista de Catalunya, pp. 69-75).

            Sobre la Residencia de Señoritas, hay que celebrar las aportaciones de Almudena de la Cueva (“Los foros de difusión del conocimiento en el primer tercio del siglo XX. La Residencia de Señoritas”), Isabel Pérez-Villanueva Tovar (“Una mujer en la Universidad Internacional de Verano de Santander: María de Maeztu”) y Pilar Piñón (“La Universidad Internacional de Verano en Santander a través de sus profesoras y alumnas (1933-1936)”), publicadas todas en las actas del congreso Mujeres con voz. Voces desde el silencio. Una historia necesaria de la UIMP (ed. de Pilar Folguera, Santander, Universidad Internacional Menéndez Pelayo, 2010). También tiene interés, a pesar de su abracadabrante título, el artículo de Inmaculada de la Fuente “Josefina Carabias. Una chica de clase media con aspiraciones intelectuales” (Clarín. Revista de Nueva Literatura, nº 95 (sept.-oct. de 2011), pp. 50-52), y, sobre otra figura muy cercana, su aplaudida biografía El exilio interior. La vida de María Moliner (Madrid, Turner, 2011). Sobre la lexicógrafa aragonesa apareció también el artículo de María Antonia Martín Zorraquino “Vitalidad de María Moliner y vigencia de su obra en el siglo XXI” (Turia, nº 100 (noviembre de 2011-febrero de 2012), pp. 309-329). Y, como visión divulgativa del Lyceum Club Femenino, llegó el libro de José Antonio Marina y María Teresa Rodríguez de Castro La conspiración de las lectoras (Barcelona, Anagrama, 2009).

            Por otra parte, si en 2009 había visto la luz la Visita de Richard Wagner a Burgos, de José Bello Lasierra, con introducción y notas de Andrés Ruiz Tarazona (Madrid, Publicaciones de la Residencia de Estudiantes), meses después se publicó otro texto del añorado ‘Pepín’: Un cuento putrefacto (SD Edicions, Barcelona, 2010, con ilustraciones de Manuel Flores y un epílogo de Juan José Lahuerta), y se estrenó el documental Pepín Bello. Preferiría no hacerlo, de Javier Rioyo, el cual dio a su vez lugar a unas páginas en las que Fernando Rodríguez Lafuente entendía que “Bello supo no ser nada para no ser de nadie, y así conservar, tras la tormenta, la memoria feliz de las cosas y de las gentes” (“Bartleby en la Residencia”, ABC Cultural, 3 de julio de 2010, pp. 34-35). Además, se estrenaron otros dos importantes documentales: Hablaremos de esto dentro de cien años, dirigido por Rafael Zarza con guion de Juan Pérez de Ayala, y Cien años de la Residencia de Estudiantes, de Jorge Martínez Reverte, a los que hay que sumar la pieza Coloquio en la Residencia de Estudiantes, de Manuel Gutiérrez Aragón, creada al hilo de la exposición Dalí, Lorca y la Residencia de Estudiantes. Finalmente, sobre Pepín Bello apareció una desconocidísima anécdota taurina en una columna de José Luis Melero (“Benet, el Peque”, recogida en La vida de los libros, Zaragoza, Xordica, 2009, pp. 128-129), y también acabó en un libro la necrológica que Fernando Valls le había dedicado en su blog (“Pepín Bello, el amigo ágrafo”, en En verde veronés, Sevilla, Isla de Siltolá, 2011, pp. 37-39).

            Se reprodujo, traducida por Tomás Segovia, la conferencia que Blaise Cendrars dio el 10 de junio de 1925 en la Residencia “Sobre la literatura de los negros” (Antología negra, ed. de Jesús Cañete Ochoa, Madrid, Árdora, 2010, pp. 473-495), y un artículo mío recordó algunas de las ocasiones en que la Residencia ha sido recreada en obras de ficción literaria (“En la otra colina. La Residencia de Estudiantes como espacio literario”, Turia, nº 95 (junio-octubre de 2010), pp. 19-30), pero a lo dicho en esas páginas (en las que se destacaba, por reciente y relevante, la novela La noche de los tiempos, de Antonio Muñoz Molina –Barcelona, Seix Barral, 2009–) se puede sumar desde entonces la no muy buena novela de Javier Pérez Andújar sobre las Misiones Pedagógicas, pues uno de sus personajes es residente (Todo lo que se llevó el diablo, Barcelona, Tusquets, 2010), el poema de evocación de sus años en la “Residencia de Estudiantes” que Joaquín Pérez Azaústre ha incluido en Las Ollerías (Madrid, Visor, 2011, pp. 25-26), algunos de los versos en asturiano que la por entonces becaria Sofía Castañón llevó a Tiempu de render (Oviedo, Trabe, 2010; también se pueden rastrear referencias en su poemario de 2012: La noche así, Madrid, Ya lo dijo Casimiro Parker, 2012) o, especialmente, la habilísima obra de teatro de José Ramón Fernández La colmena científica o El café de Negrín (dirigida por Ernesto Caballero en el teatro María Guerrero entre octubre y noviembre de 2010 y editada en Madrid, Publicaciones de la Residencia de Estudiantes, 2010), que mereció el Premio Nacional de Literatura Dramática, sin olvidar que el crimen que protagoniza la novela Los enamoramientos, de Javier Marías (Madrid, Alfaguara, 2011), sucede junto al Museo de Ciencias Naturales, a muy pocas decenas de metros de la famosa cuesta de la calle Pinar.

            En cuanto a las experiencias de los residentes en el exilio, es importante la carta que Bernardo Giner de los Ríos, como representante de una “Corporación de antiguos alumnos, formada por discípulos y por herederos espirituales de los hombres que fundaron la Institución libre de Enseñanza, la Junta para Ampliación de Estudios, las Residencias de Estudiantes y los Institutos Escuelas”, escribió en octubre de 1965 a José María Valverde para agradecerle su gesto de nobleza al renunciar a su cátedra tras la sanción gubernamental a los profesores José Luis López Aranguren, Agustín García Calvo, Santiago Montero Díaz y Mariano Aguilar Navarro. “No podemos olvidar –dice De los Ríos, estableciendo un paralelismo oportuno, que demuestra de paso lo atentos que estaban a la actualidad española– que hace casi noventa años un grupo de profesores fueron igualmente sancionados, por defender la libertad de cátedra, no sólo con la destitución, sino incluso con la pérdida de libertad alguno de ellos. En la lucha de libertad de pensamiento hay que sumar ahora a aquellos nombres (Salmerón, Costa, Moret, los Giner de los Ríos, Azcárate, Calderón y muchos más) los de estos ilustres catedráticos que, al igual que aquéllos, atropellados por el entonces Ministro Orovio, han sido destituidos por el actual Ministro de Educación, también profesor Lora Tamayo”. La carta se conserva en el Pavelló de la República, en Barcelona, y, junto a otras (de Juan Ramón Jiménez, Jorge Guillén o Juan Marichal), ha sido seleccionada y publicada por Jordi Amat en Fons José María Valverde (1942-1996). Fragments d’una biografia intel·lectual (Barcelona, Afers / Centre d’Estudis Històrics Internacionals, 2010, pp. 81-82).

            Las memorias del profesor estadounidense Thomas Mermall, que falleció a finales de septiembre de 2011, han ofrecido un nuevo testimonio sobre la “hibernación” de la Residencia durante el franquismo (Semillas de gracia: memorias de amor, guerra y amistad, Valencia, Pre-Textos / Fundación José Ortega y Gasset-Gregorio Marañón, 2011, pp. 515-517). Estas páginas de Mermall han venido a unirse a las de otros intelectuales extranjeros que vivieron en la Residencia o la visitaron en la época histórica y se ocuparon desde muy pronto de ella en sus estudios sobre España: así, Mrs. Steuart Erskine (en Madrid. Past and Present, Edimburgo, 1922), John Brande Trend (en A Picture of Modern Spain: Men and Music, Londres, 1921; y en The Origins of Modern Spain, Cambridge, 1934), Alexis Sluys (en Réformes pédagogiques en Espagne, Bruselas, 1923), Roger Burch Wems (en Un verano en España. A Spanish reader, Boston, 1924), Walter Starkie (Aventuras de un irlandés en España, traducido por Antonio Espina en Madrid, Espasa-Calpe, 1937) o, ya mucho después, V.S. Pritchett (en Midnight Oil, Londres, 1971), entre otros, que seguimos poco a poco descubriendo.

            Finalmente, sobre la época actual de la Residencia hay alusiones y anécdotas en las colaboraciones de Elías Díaz, José Luis Borau, José García-Velasco y Enric Bou para el libro de homenaje Para Mainer de sus amigos y compañeros de viaje (Granada, Comares, 2011), y el coordinador de ese volumen, Jordi Gracia, cita a la Residencia entre los lugares de referencia de la cultura de hoy en España (junto al Círculo de Bellas Artes, la Fundación Juan March y el Centre de Cultura Contemporànea de Barcelona) en esa autodefinida “diatriba en ocasiones sarcástica” que ha titulado El intelectual melancólico. Un panfleto (Barcelona, Anagrama, 2011, p. 97). La Residencia puede mostrarse también muy satisfecha con la edición del libro conmemorativo sobre las Becas del Ayuntamiento de Madrid en la Residencia de Estudiantes. Un compromiso con la creación y la investigación (Ayuntamiento de Madrid / Publicaciones de la Residencia de Estudiantes, 2010), en el que, tras un prólogo del entonces alcalde Alberto Ruiz Gallardón, casi todos los beneficiarios de esa beca durante esos veinte años cuentan su experiencia, acompañada de alguna muestra del trabajo científico o artístico que desarrollaron durante su estancia en la calle Pinar. Y, de hecho, los resultados de muchas de esas temporadas de paz y dedicación siguen viendo la luz: así, entre otras, las investigaciones de Sandra Santana (El laberinto de la palabra. Karl Kraus en la Viena de fin de siglo, Barcelona, Acantilado, 2010. Premio Ciutat de Barcelona de Ensayo 2011), Manuel Pulido Mendoza (Plutarco de moda. La biografía moderna en España (1900-1950), Mérida, Editora Regional de Extremadura, 2009), Nicolás Sesma Landrin (Antología de la Revista de Estudios Políticos, Madrid, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2009) y Noemí de Haro García (Grabadores contra el franquismo, Madrid, CSIC, 2010), mi selección y análisis de los versos de Luys Santa Marina (En el alba no hay dudas. Antología poética, Granada, Comares, 2009), las magníficas novelas de Elvira Navarro (La ciudad feliz, Barcelona, Mondadori, 2009. XXV Premio Jaén de Novela) y Juan Sebastián Cárdenas (Zumbido, Madrid, 451 Editores, 2010) o los poemas de Andrés Navarro (Un huésped panorámico, Barcelona, DVD, 2010. XXXVI Premio de Poesía Ciudad de Burgos). Por último, la inconcebible muerte de Félix Romeo en octubre de 2011 dio lugar a muchas necrológicas y homenajes en los que se aludía a su único año como becario de la Residencia, durante el curso 1990-1991: así, por ejemplo, en los textos de Antón Castro, Ángel Guinda, Ignacio Martínez de Pisón y Cristina Grande (quien recuerda la Residencia como “una especie de paraíso para cualquier creador”) en Rolde. Revista de Cultura Aragonesa (nº 138-139, diciembre de 2o11), en las reacciones de Antón Castro, Miguel Mena, Julio José Ordovás y Ángeles González-Sinde, recogidas en ¡Viva Félix Romeo! (Barcelona, Mondadori, 2012), volumen no venal que acompaña a Noche de los enamorados, su libro póstumo, y en el precioso repaso del propio Ordovás “Félix Romeo, andando por los aires”, donde nos enteramos de que durante su año en la Residencia “no bajó a desayunar ni un solo día” (Turia, 103 (junio-octubre de 2012), pp. 35-42, esp. 38). Y, finalmente, en otro texto suyo que se ha publicado póstumamente, Félix Romeo cuenta que “Creí ver a William S. Burroughs en una exposición de sus cuadros en la galería Sephira de Madrid, en la calle General Oráa, muy cerca de la Residencia de Estudiantes, donde yo vivía, en diciembre de 1990” (“El hombre invisible y el zoo de los Bowles”, en el volumen colectivo Perros, gatos y lémures. Los escritores y sus animales, Madrid, Errata Naturae, 2011, pp. 143-157, esp. 146, reproducido posteriormente por Eva Puyó y Chusé Raúl Usón en la selección de cuentos Todos los besos del mundo, Zaragoza, Xordica, 2012, pp. 107-118 –esp. 108–).

 
[Este artículo es una revisión muy ampliada del publicado bajo el mismo título en el número 85 del Boletín de la Institución Libre de Enseñanza]