domingo, 4 de enero de 2009

un viaje gordo, una luz muy grande

(Madrid, 3 de enero de 2oo9: 20:53 p.m.)

"Para mí Iñes es una televisión, y las cosas que me cuenta son películas. Ayer me contó una cosa de mariposas. Me contó que una vez unas mariposas fueron de Canadá a Australia. "Unas mariposas" son dos millones o tres millones. Y de Canadá a Australia hay un mar, me dijo Iñes, y hay que pasar todo el mar para ir a Australia, y eso es un viaje gordo para una mariposa.
Y me contó que llegaron a Australia de noche. Pero la noche no les gusta mucho a las mariposas. A las mariposas lo que les gusta sobre todo es la luz. Y vieron una luz muy grande en Australia, en una punta. Y fueron a la luz. Y esa luz grande era una pista de atletismo con los focos encendidos. Y eran las olimpiadas, y estaban encendidos todos los focos, porque eran las olimpiadas. Y las mariposas fueron a los focos, pero los focos son como fuego. Y las mariposas empezaron a quemarse, las puntas de las alas y las puntas de las antenas. Eso me dijo Iñes, y luego me dijo que cuando las mariposas empezaron a quemarse las puntas de las alas y las puntas de las antenas, se quedaron medio dormidas. Igual que se quedan en los botes. Y cuando se quedan medio dormidas, las mariposas no pueden volar, y empezaron a caer a las pistas de atletismo. Y las mariposas eran dos millones o tres millones. Iñes me dijo que empezó a llover en la pista de atletismo, pero con mariposas, no con agua. Y se suspendieron las olimpiadas, porque las mariposas eran dos millones o tres millones, y no se podía correr encima de las mariposas y no se podía hacer atletismo. Y estuvieron una hora recogiendo mariposas de la pista. Y luego empezaron las olimpiadas otra vez.
Y me contó que todas las mariposas no fueron a los focos. Me dijo que algunas fueron a la gente, y que igual cien o doscientas se pusieron encima de un niño que estaba viendo las olimpiadas, encima del cuerpo y encima de la cabeza, y que el niño estaba contento, pero su madre no. Su madre estaba asustada y empezó a gritar, y las mariposas escaparon de la misma, porque a las mariposas les gusta la luz, pero los gritos no".

(Unai Elorriaga, Vredaman, Madrid, Alfaguara, 2oo6, pp. 13-14).

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