"Una tarde de comienzos de diciembre recibió un mensaje de teléfono. Su amiga estaba trabajando en la estación de trenes, y le preguntaba si estaba libre para llevarle un par de calcetines. (Quiero decir que ella le pedía algo tan íntimo a él, con quien sólo había compartido dos o tres cervezas y cuatro o cinco sonrisas.) Los suyos se habían empapado con la inesperada lluvia y temía enfermar, pues no podía secarlos ni descalzarse en la estación, que era como una embajada de la Antártida. Él necesitaba correr y corrió, y le llevaba además una canción. Le colocó los auriculares con cariño torpe, pulsó un botón y comenzó a sonar "El sitio de mi recreo". Ella la escuchó agachada, con los ojos abiertos y una camiseta verde, y durante casi cuatro años ninguno de los dos volvió a sentir frío en los pies."
(Fermín Bergia, El hombre del tiempo, Aranjuez, Los libros de la gente, 2oo4, p. 72).
martes, 12 de mayo de 2009
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1 comentario:
Y ayer Mario, y el mundo es un poco más feo...
Gracias por la canción. Besos.
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