jueves, 22 de abril de 2010

subrayar y desoír

(Hoces del Río Duratón, 10 de abril de 2o10)


APARICIÓN

La vida es subrayar y desoír
y no tenerle miedo,

me dijo sonriendo,
y desapareció.


martes, 20 de abril de 2010

"Arar", de Ángel Gracia



PARA TOCAR EL SOL

Arar
Ángel Gracia. Prames
Zaragoza, 2010. 64 páginas

“¿Dónde estamos / cuando estamos solos?”, se preguntaba Ángel Gracia en el mejor poema de su magnífico Libro de los ibones. “¿Quién escucha / lo que decimos a Dios?”... Son preguntas que importan y que no podrían tener una respuesta extrapoética. Afortunadamente, con todo, Gracia no cayó en la tentación de intentar respondérselas, pues una de sus muchas virtudes como poeta es la de saber callarse a tiempo, dando a los poemas lo que les corresponde y nada más. El materialista Mallarmé afirmó que la poesía se hace con palabras, pero, teniendo toda la razón del mundo, se equivocó, pues la poesía no está en las palabras. A veces las perogrulladas mienten, y además la sentenciosidad es otro de los vicios que un buen poeta debe evitar.
Baudelaire anduvo mucho más inteligente al comprender que los buenos poemas suelen dejar al lector con cierta sensación de insatisfacción, al menos en una primera lectura. Un poema que se agota no sirve, y por eso uno de los grandes aliados del poeta es el silencio, siempre que éste no sea cobarde ni tramposo, porque la nada solemne o el misterio fácil y vacío son otros enemigos de la poesía: un poema no debe ser nunca más inteligente que un lector inteligente.
Como todos los libros, Arar, el excelente nuevo poemario de Gracia, comienza en el silencio. Aquí se hace explícito, pero además Gracia sabe utilizarlo sin engaños y se aprovecha honestamente de sus virtudes, como un buen artesano que conoce bien los materiales con que trabaja y los precedentes de su oficio. Consuela, así, saber que en Zaragoza hay poetas jóvenes que saben que la historia de la poesía no empezó en Gil de Biedma, y que pueden citar a Blake o evocar a Hölderlin muy conscientes de lo que están haciendo, sin presunción ni adornos, con la naturalidad con la que un científico no parte de cero para sus investigaciones, sino que se aprovecha de lo que descubrieron o demostraron para siempre los que estuvieron antes que él.
No me siento muy a gusto reseñando poesía, pero me alegra poder aplaudir aquí una colección de poemas como éstos, complejos pero sencillos, densos pero nada inflados, a veces largos pero siempre “pequeños” y modestos en el sentido que importa. En este caso, un yo más panteísta que el de anteriores libros de Gracia se muestra también más desolado, tal vez más lúgubre: muchas "heces", muchos "muertos", mucha "nada" latente en el barro, que el título del libro quiere remover y sacar a la luz para observarla..., así que después se agradece un poema de amor tan luminoso como “Alegría” o encontrar imágenes poderosas (“un niño se hace rayo para tocar el sol”, o un “río en harapos”...), intuiciones impagables (“Eres feliz en la línea final”) y mucho de aquello que Lorca llamó “lógica poética” (“El mundo está bien hecho porque lo hizo mi padre”), sin caer en el irracionalismo caprichoso y barato que tanto ha lastrado la literatura, y en especial la escrita en verso.
Tras Valhondo y Libro de los ibones, en fin, Arar supone un paso coherente y enriquecedor. Y una buenísima noticia para todos.

(Reseña publicada en el suplemento "Artes & Letras" del Heraldo de Aragón, 15 de abril de 2o10)

lunes, 12 de abril de 2010

simplemente porque era

(Praga, 4 de abril de 2o10)

"Algunas cosas en el mundo son tan enormemente verdaderas que no debería estar permitido seguir diciéndolas."

***

"... una vida que era fea, dolorosa, detestable, vergonzosa y llena de culpa, pero que sin embargo tenía algo de sorprendente simplemente porque era."

***

"No preocuparse, ésa era siempre el arma más fuerte."

(Johannes Urzidil, Tríptico de Praga, Valencia, Pre-Textos, 1993, pp. 90, 101 y 102)