lunes, 16 de abril de 2012

Pío Baroja, de José-Carlos Mainer



UN PASEO CON BAROJA

José-Carlos Mainer
Pío Baroja

Taurus / Fundación Juan March
Madrid, 2012


En la última pregunta de la extensa entrevista que cerraba el volumen de homenaje Para Mainer de sus amigos y compañeros de viaje, publicado el año pasado por la editorial Comares, el profesor José-Carlos Mainer anunciaba que estaba escribiendo “una vida de Pío Baroja” que “será seguramente mi último libro de cierta magnitud”. Nunca una noticia tan buena habrá venido acompañada de una profecía tan aciaga, pero, a la vista del resultado de esta biografía y de la infatigable curiosidad y actividad que mantiene Mainer, es inconcebible que no hayamos de esperar nuevos títulos futuros.

Quien fuese hace ya más de diez años el director de la flamante edición de las Obras completas de Pío Baroja que acometió el Círculo de Lectores (y quien vio en la cubierta de uno de sus últimos libros –Galería de retratos– la silueta del inconfundible perfil del huraño escritor donostiarra) ofrece hoy una biografía que es algo menos divulgativa que lo que pretendían las directrices de la colección “Españoles eminentes” que inaugura, explicadas por Javier Gomá en páginas preliminares. El autor ha cumplido con el encargo de seguir la “secuencia cronológica desde el nacimiento hasta el fallecimiento” –aunque permitiéndose, por fortuna, muchas de esas célebres digresiones suyas que tanto encandilaban a quienes asistimos a sus lecciones en la Universidad de Zaragoza– pero tal vez no tanto con lo de limitarse a satisfacer “las expectativas de un lector culto no académico”. El texto de Mainer es exigente con sus lectores, presupone muchos conocimientos literarios e históricos, y dedica menos espacio a las peripecias de la vida de Baroja (entre su infancia y vejez en su tierra estuvieron sus años de estudiante en Valencia, su plenitud vital en Madrid y sus viajes a París, Londres o Italia...) que al merodeo, forzosamente rápido, de su copiosa obra. Felizmente, hay menos sucesos y chismes que análisis literario, y no sólo de los textos de Baroja sino de muchos de sus coetáneos. Mainer sabe que la historia de la literatura no es la de los escritores sino el examen y la criba de los textos que sin cesar se nos acumulan, pero es que además, en el caso particular de Baroja, analizar sus novelas y personajes es un modo perfectamente eficaz de abordar su andadura vital, pues desde la primera página se afirma que “la biografía de un escritor es, en rigor, su obra (p. 13), y una de las conclusiones del magistral epílogo es que el vasco “concibió la literatura como quien construye un refugio que fuera, a la vez, un espejo íntimo” (p. 397).

A diferencia de algunos precedentes, este libro muestra una indisimulada simpatía de partida por la figura que estudia y tiende a una benevolencia siempre razonada en todos sus pasos, aunque no deja de reprocharse con seriedad a Baroja su tozudo antisemitismo, su desconfianza ante la democracia o, descendiendo varios escalones en gravedad, su indiscreción final respecto a ciertos episodios galantes. También los textos salen muy bien parados de este nuevo escrutinio de Mainer, quien en todo caso opone obras maestras como la trilogía “La lucha por la vida” (La busca sería “la primera de las grandes novelas del submundo urbano en España y una de las mejores de la Europa de su tiempo”: p. 131), El árbol de la ciencia o Zalacaín el aventurero a páginas menos inspiradas. “Si la literatura no es exploración, es poca cosa”, sentencia Mainer (p. 35), y ve en Baroja a un sedentario viajero y a un fanático de la rutina que también es calificado de “culo inquieto”, aparte de ser, “ante todo, un ensayista que nos cuenta cosas” (p. 33) y un “escritor laborioso, capaz de reescribir la prosa hasta conseguir el efecto emocional buscado, pero que se había impuesto como norma la sencillez, la claridad y la independencia” (p. 116).

Otras de las virtudes del libro son las noticias que da sobre Pasada la tormenta, libro todavía inédito de Baroja que Mainer pudo leer en la casa familiar de Itzea, y, sobre todo, la nutrida bibliografía que se va repartiendo en el primero y los últimos capítulos, y que, más que constituir una exhaustiva summa barojiana, supone un balance cabal de la recepción de esa obra a lo largo del tiempo y de sus huellas en la narrativa española de ahora mismo. A esa lista comentada de libros sobre Baroja hay que añadir desde ya mismo la biografía que la contiene, y hay que hacerlo con la convicción de que se trata de todo un acontecimiento.

(Reseña publicada en el suplemento Artes & Letras, de la edición valenciana de ABC, nº 41 (31 de marzo de 2o12), pp. 6-7.)