(Casa donde nació y vivió hasta los 20 años Ernest Hemingway, en Oak Park: 4 de abril de 2oo9)
"En 1953, la publicación de Las aventuras de Augie March marcó un rumbo tan apartado de la corriente narrativa norteamericana que hacía imposible extraer lección literaria alguna: no dejaba estela, y abría un canal tan absolutamente singular que resultaba inimitable. Mucho antes, Ernest Hemingway fue el artífice de otra divergencia radical en la prosa novelística: tras heredar la carga estilística del siglo XIX, con su elaborada "pintura" de interiores y paisajes, su obligada omnisciencia y su carácter moralizante, propio del ensayo, le quitó el exceso de sustancia ("poniendo un paño al requesón", según su propia expresión), podó las construcciones subordinadas y recortó el diálogo, dejando poco en pie de la antigua selva literaria. Un ejército de buscadores de concisión lo siguió en un movimiento que abarcó dos o tres generaciones de imitadores, hasta que la característica sequedad de Hemingway acabó resquebrajándose y convirtiéndose en polvo. La frase de Hemingway quedó colgada en la pared como el retrato de un antepasado, y feneció por tener demasiada progenie. Augie March, por el contrario (aun contando con sus propios antepasados, no tanto en estilo como en carácter), era en sí misma demasiado fecunda para producir epígonos, imitadores o descendencia; como si en su propia energía interior residiera o se agotara toda forma y manera de procreación"
(Cynthia Ozick, exacta en la introducción a Saul Bellow, Carpe Diem, Barcelona, Galaxia Gutenberg, 2oo6, p. 7. Trad. de Benito Gómez Ibáñez. Después de todo eso llegó Salinger).
martes, 21 de abril de 2009
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